Murió un hincha de San Lorenzo en otra tarde negra para el fútbol (Playfutbol)
«Después de muchos años en que el mundo me ha permitido variadas experiencias, lo que más sé, a la larga, acerca de moral y de las obligaciones de los hombres, se lo debo al fútbol”, afirma Camus y agrega: «he anulado todas mis citas y mis compromisos durante el mundial para dedicarme a ver los partidos» . En tanto, Milán Kundera argumenta: «creo que el fútbol es un pensamiento que se juega, y más con la cabeza que con los pies”.
De este modo podríamos seguir aportando citas de famosos escritores y pensadores sobre un deporte que debería convocar al disfrute de un banquete festivo para quienes aman esta disciplina deportiva. Pero, también genera pasiones y desbordes envueltos en una maraña difícil de controlar, tanto sea por las fuerzas de seguridad que debieran aportar solo eso: seguridad, como por las famosas “barras bravas” sustentadas por oscuros intereses que potencian el caos tras su pretendida euforia.
Las competencias deportivas en general y el fútbol en particular representan un esquema de orden, de socialización, de respeto a las normas, de cuidado por el otro.
Evidentemente falta mucho por aprender como sociedad que en estos días recuerda y reflexiona sobre la violencia sufrida en los setenta y que costara tantas vidas que duelen todavía. La muerte de Ramón Aramayo no puede quedar impune porque es la consagración de una sociedad violenta que no debemos aceptar.
María Batch, Construcción de Ciudadanía.-
Luego de la ley, llegó la trampa (Página 12)
Los recursos naturales en la Argentina se ven amenazados desde hace algunos años por una combinación de incumplimiento de la ley, falta de regulación y controles, más un nuevo tipo de colonialismo que desembarcó y no piensa abandonar su actividad por el momento. Al menos, eso es lo que Página 12 da cuenta en su investigación realizada en Río Negro, en donde, por ejemplo, en Bariloche el 50% de las tierras fueron compradas por extranjeros. No sólo el gobierno vende hectáreas cultivables a precios bajísimos (aproximadamente 30 pesos la hectárea), sino que además las tierras ubicadas en las “zonas de seguridad”, es decir zonas limítrofes definidas por una extensión de 150 kilómetros en área continental y 50 kilómetros en el área marítima, son vendidas a los extranjeros por medio de una argucia legal. Como existe una ley que prohíbe esta venta, el gobierno utiliza intermediarios locales, que posteriormente revenden las tierras a los inversores foráneos en cuestión de meses.
Algo parecido sucede en San Juan, o La Rioja con los yacimientos mineros: sólo en uno de los yacimientos se producen 11 mil onzas de oro al día para exportar (todo un récord latinoamericano). Estas multinacionales mineras no pagan impuestos y gozan de beneficios fundamentales, como dejar fuera del país las divisas producidas por sus ventas; algo impensable en la mayoría de los países.
Sería importante establecer un adecuado control público de aquellos emprendimientos, tanto a nivel provincial como nacional, ya que si bien la gestión y manejo de los recursos naturales de la Argentina están bajo la jurisdicción de las provincias, el gobierno nacional no puede ignorar la pérdida indiscriminada de estos recursos estratégicos, necesarios para cualquier perspectiva de futuro, y por supuesto, para una verdadera soberanía.
Belén Cañas, Instituciones Políticas y Gobierno.-
Siete de cada 10 chicos nacidos en Argentina entre 2006 y 2010 son indigentes (El Litoral, Santa Fe)
En los últimos años la pobreza y marginalidad se acrecentaron, aumentó la desigualdad y la asimetría social a cifras sin precedente. La negación de la magnitud y alcance de esta problemática por parte del Estado, contribuye a que Argentina siga con altos índices de indigencia en su población temprana, con números alarmantes de desnutrición infantil. Subsidiariamente, la supuesta redistribución del ingreso se reduce a planes asistenciales y subsidios, soluciones momentáneas, de corto plazo, que no solucionan el conflicto en forma real y efectiva y que permiten deducir que desgraciadamente las cifras continuarán aumentando en los años venideros.
Pero también desde la sociedad pareciera que muchos olvidan esta realidad que se observa simplemente con salir a la calle, para algunos está muy lejos de sus preocupaciones cotidianas y prefieren mirar hacia otro lado ante las evidencias. Es un tema del que casi no se habla, oculto como muchos otros, se vuelve algo habitual. La pregunta es en dónde está el límite. Hay un sector de la población completamente excluido y que vive en condiciones inhumanas, asimilables a las que se vive en los países más pobres del mundo. Mientras no se acepte su existencia y se le brinde la importancia que merece, sigue y seguirá siendo nuestra deuda pendiente.
Inés Herrera, Centro de Atención Legal Anticorrupción.-